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27 de junio de 2011

Predomina crisis radioactiva en Japón

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Hisao Nakamura todavía no puede aceptar que su campo de arbustos de té verde al sur de Tokio haya sido declarado un peligro radioactivo por una crisis que compromete a muchos sectores del país.

“Quedé más que sorprendido”, dijo Nakamura, de 74 años, quien al igual que otros productores de té en Kanagawa se vio forzado a desechar su cosecha ante la radiación liberada por la planta Fukushima Daiichi, situada a 300 kilómetros de distancia.

“Tirar lo que has cultivado con gran cuidado es como asesinar a tus propios hijos”, afirmó Nakamura.

Más de tres meses después de que la planta de Fukushima fuera golpeada por un terremoto y un tsunami que provocó el peor desastre nuclear desde Chernóbil, los funcionarios japoneses aún se esfuerzan por entender cómo es que la radiación liberada generó “puntos álgidos” de contaminación.

También intentan detectar aquellas zonas con exactitud y aquella incertidumbre provoca una enorme presión.

“El estrés tiene serios efectos sobre la salud. El pueblo japonés ya no confía en la industria nuclear ni en el Gobierno. La gente no sabe si su comida y su tierra son seguras”, dijo Kim Kearfott, experto en efectos de radiación de la Universidad de Michigan, quien recorrió Japón en mayo.

Se estima que Fukushima ha liberado sólo un 15 por ciento de la radiación de Chernóbil, pero un complicado sistema de modelos informáticos creado por el Gobierno para predecir dónde se amontonaría la contaminación resultó inútil.

Presionado para suministrar un panorama más preciso de la contaminación, el Ministerio de Educación prometió completar un estudio detallado de la zona evacuada para octubre.

Hace un par de semanas, se convocó a gobiernos locales para que presenten informes diarios sobre la radiación.

Más de 1.000 escuelas públicas en Fukushima fueron equipadas con dosímetros a fines de mayo y se pidió a los docentes que realizaran mediciones de la radiación una vez por hora para ayudar a crear un mapa de la contaminación.

Pero algunos expertos dicen que incluso estas medidas adicionales distan de ser suficientes.

“Necesitamos un sistema nuevo y exhaustivo para el monitoreo de la radiación. El sistema que existe ahora no alcanza”, dijo Takumi Gotoh, un especialista en cáncer radicado en Nagoya.

Por ahora, los datos muestran que la zona más fuertemente contaminada está al noroeste de Fukushima, donde expertos creen que los restos radiactivos fueron trasladados por el viento y posteriormente depositados en forma de nieve y lluvia.

En la ciudad de Date, por ejemplo, unos 50 kilómetros al noroeste de Fukushima, la radiación terrestre estuvo cerca de los 24 milisieverts al año desde principios de junio. Eso está por encima del estándar internacional de exposición anual para trabajadores nucleares.

Existen pocos datos sobre el nivel de contaminación en la zona de evacuación forzada, establecida a 20 kilómetros a la redonda en torno a la planta de Fukushima. Críticos dicen además que también debe reforzarse el monitoreo del terreno y el agua del mar.

La información incompleta ha complicado la respuesta de Japón al desastre y el planeamiento de una limpieza ambiental, que se espera que tome años y cueste decenas de miles de millones de dólares.

También ha creado un clima de silenciosa desesperación en comunidades ya devastadas.

“Nunca creo nada de lo que escucho sobre la radiación”, dijo Shukuko Kuzumi, de 63 años, quien vive en Iwaki, unos 50 kilómetros al sur de Fukushima. “Quiero cavar un pozo en el suelo y gritar”, añadió.

Más de 24.000 personas murieron por el sismo y el tsunami. Decenas de miles más permanecen evacuados debido al peligro radioactivo.

Una de las víctimas de alto perfil de los “puntos álgidos” de radiación ha sido el cultivo del té en Kanagawa y la vecina Shizuoka, donde se halló cesio a un nivel que excedía en hasta un 35 por ciento el límite legal del Gobierno.

“Nunca pensamos que el accidente nuclear afectaría nuestros productos”, dijo Susumu Yamaguchi, de 58 años, quien encabeza la cooperativa de granjeros en el pueblo de Kiyokawa.

Yamaguchi ha perdido una cosecha de más de 20.000 dólares. Otro granjero que conoce simplemente abandonó su campo.

Otros quieren respuestas: ¿Cómo es que el cesio radioactivo de los reactores en Fukushima terminó ahí?

Tetsuo Iguchi, un especialista en monitoreo de radiación de la Universidad de Nagoya, dice que los expertos no saben.

Iguchi está trabajando como consultor de un grupo del Gobierno que ha pedido que se despejen miles de toneladas de suelo contaminado para luego ser almacenadas, posiblemente dentro del complejo de Fukushima. Ese proyecto se extenderá hasta casi fines del año próximo.

“Incluso eso es optimista. Nada como esto se ha hecho antes”, dijo Iguchi.

Podría derramarse más radiación al mar desde Fukushima si los esfuerzos por comenzar una planta de tratamiento de agua de construcción francesa se topan con inconvenientes.

El equipamiento es necesario para descontaminar el agua que se acumuló en las estructuras subterráneas del lugar después de ser bombeadas para refrigerar los núcleos fundidos de tres reactores.

“Lamentablemente, todavía existe una posibilidad real de nuevos derrames significativos de radiactividad”, dijeron en un comunicado expertos del Fondo Carnegie para la Paz Internacional.


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