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1 de mayo de 2011

El Sol es fuente de energía

LA CRISIS DE FUKUSHIMA HIZO QUE LOS PUEBLOS Y SUS GOBIERNOS REPLANTEEN LA NECESIDAD DE APOSTAR POR LAS ENERGíAS RENOVABLES

Hoy más que nunca los ciudadanos piensan "vivir en verde"

Por: ANA MUÑOZ ÁLVAREZ CCS@solidarios.org.es | 01/05/2011 |


La energía solar y eólica ayudaría a que nuestro Planeta
sobreviva frente al peligro nuclear. INTERNET


El 20 por ciento de la energía que consuman los europeos en 2020 tendría que provenir de fuentes limpias. Los altos índices de dióxido de carbono en las ciudades y la crisis nuclear de Fukushima han hecho saltar todas las alarmas. Hoy más que nunca pensamos en vivir en verde.

Hasta el pasado mes de marzo, cuando el día 11 tembló Japón y sus pueblos costeros quedaron devastados por una gran ola y la central nuclear comenzó a fallar, la energía nuclear vivía una época dorada, una más.

Los “pronucleares” habían ganado la batalla a los ecologistas, que pensaban en desastres, como el de Chernóbil. Sin embargo, la crisis de Fukushima, elevada ya al último escalón, ha hecho que los ciudadanos y sus gobiernos se replanteen la vida de las centrales y la necesidad ya de apostar por las energías renovables.

Tras la decisión el gobierno de Angela Merkel de cerrar siete centrales, la energía nuclear se encuentra en un standby que puede llegar a ser definitivo. La ciudadanía y los Estados, después de las bombas atómicas y el incidente de Chernóbil en los ochenta, asumieron que un accidente nuclear no sólo repercute en el país en el que se produce. Un incidente nuclear, como el ocurrido en Fukushima, va a tener consecuencias en todo el Planeta. Y la Tierra no “puede asumir la maduración de una tecnología, como la nuclear, a base de desastres”, según explican desde la Fundación Renovables. El ensayo con las nucleares parece que tiene que llegar a su fin.

Frente al peligro de la energía nuclear, a los efectos devastadores del dióxido de carbono y al posible peak oil del petróleo, una apuesta verdadera por la energía solar y la eólica, energías limpias en definitiva, sería la única manera de que nuestro Planeta sobreviva y las próximas generaciones tengan un mundo mejor en el que vivir.

Pero, esta apuesta por sí sola no es suficiente. Los ciudadanos y Gobiernos de todo el mundo tienen que hacer un esfuerzo más: contener el consumo energético. Coches, aviones, luces, ordenadores, aires acondicionados, televisiones, microondas… cada vez se crean más “necesidades”. Y se consuma más y más de energía.

Tan sólo la calefacción y la refrigeración de nuestros hogares y de nuestras oficinas representan casi el 50 por ciento de la demanda mundial de energía. Ésta es la pregunta del millón, ¿estamos preparados a reducir nuestro consumo? ¿El sistema capitalista, donde ganar y tener beneficios un año más que el siguiente, está preparado para reducir su gasto energético?

RETOS El Planeta no tiene mucho más tiempo para que la respuesta sea un rotundo sí. Existen diez retos que la humanidad tendrá que afrontar para mantener el planeta Tierra como nuestro hogar: Pensar a largo plazo y asumir las responsabilidad de nuestras acciones en el futuro; innovación, hay que invertir en nuevas tecnologías más limpias y apostar por las energías renovables; presión demográfica, el control de la población será fundamental para equilibrar las actividades humanas, la atmósfera y el clima; cambiar los estilos de vida, la calidad de vida no tiene que ver con el aumento del consumo, tener más coches, más casas, comer más…; cuidar la Tierra, la naturaleza, los árboles, los bosques, la vegetación… son fundamentales en la absorción de dióxido de carbono; instituciones fuertes, para que los pactos asumidos se cumplan; equidad, es necesario un pacto justo y sostenible para que nadie vea su desarrollo mermado; estabilidad económica, las dificultades económicas no pueden ser la excusa para que no se presten los apoyos necesarios a un cambio en la estrategia global sobre el desarrollo y el clima; estabilidad política, la seguridad no debe ser tampoco un elemento desestabilizador de la cooperación mundial para conseguir una estrategia común; y movilización social, aunándonos en una misma dirección para lograr cambiar la tendencia de destrucción por una de sostenibilidad y desarrollo global.

El progreso tecnológico, por una parte y el acelerado crecimiento demográfico, por la otra, producen la alteración del medio, llegando en algunos casos a atentar contra el equilibrio biológico de la Tierra.

No es que exista una incompatibilidad absoluta entre el desarrollo tecnológico, el avance de la civilización y el mantenimiento del equilibrio ecológico, pero es importante que el hombre sepa armonizarlos.

El Sol es fuente de energía

La energía solar es la obtenida mediante la captación de la luz y el calor emitidos por el Sol.

La radiación solar que alcanza la Tierra puede aprovecharse por medio del calor que produce a través de la absorción de la radiación, por ejemplo, en dispositivos ópticos o de otro tipo. Es una de las llamadas energías renovables, particularmente del grupo no contaminante, conocido como energía limpia o energía verde. Si bien, al final de su vida útil, los paneles fotovoltaicos pueden suponer un residuo contaminante difícilmente reciclable al día de hoy.

La potencia de la radiación varía según el momento del día, las condiciones atmosféricas que la amortiguan y la latitud. Se puede asumir que en buenas condiciones de irradiación el valor es de aproximadamente 1000 W/m² en la superficie terrestre. A esta potencia se la conoce como irradiancia.

La radiación es aprovechable en sus componentes directa y difusa, o en la suma de ambas.

La radiación directa es la que llega directamente del focosolar, sin reflexiones o refracciones intermedias.



Ana Pancenko, una de tantos niños ucranianos afectados por Chernobyl que reciben tratamiento médico en Cuba.
Crédito: José Luis Baños/IPS

Nuevo sarcófago para Chernobyl deberá esperar a 2015

Por Julio Godoy

La falta de fondos para construir un confinamiento definitivo del reactor nuclear de Chernobyl empeora la secuela de enfermedades y muertes.

BERLÍN, 25 abr (Tierramérica).- La ruina del reactor nuclear ucraniano de Chernobyl, que explotó hace 25 años provocando una de las peores catástrofes ambientales de la historia, aún contiene casi 95 por ciento del combustible original, altamente radiactivo.

Por eso, y puesto que el sarcófago que cubre esas ruinas no es hermético, la radiación actual del sitio, 100 kilómetros al norte de Kiev, es 100 veces superior a la natural, indican mediciones recientes llevadas a cabo por expertos ambientalistas.

“La radiactividad que medimos en Chernobyl viene de la planta nuclear. El sarcófago del reactor número 4 tiene múltiples agujeros y debe ser remplazado lo más pronto posible”, dijo a Tierramérica el experto nuclear Heinz Smital, de la organización Greenpeace.

Smital, que visitó hace poco la zona, indicó que el segundo sarcófago está en construcción desde fines de 2010. “Pero, dada la alta radiactividad, que tiene efectos mortales en poco tiempo, es imposible trabajar en las cercanías del reactor, lo que obliga a construir el nuevo sarcófago lejos del sitio y transportarlo luego sobre rieles hasta Chernobyl”, describió.

El martes 26 se cumple un cuarto de siglo de la explosión. Diversas mediciones indican que en el recinto del reactor la radiación que se absorbe durante seis segundos sobrepasa el máximo anual permitido para trabajadores de centrales nucleares.

El nuevo sarcófago de acero y hormigón pesará unas 29.000 toneladas y costará unos 2.300 millones de dólares, de acuerdo con una nueva estimación publicada en una conferencia de donantes celebrada en Kiev el 19 de este mes.

Ucrania esperaba obtener de ese encuentro unos 1.100 millones de dólares para financiar las obras. Pero los donantes se comprometieron a entregar algo menos de 800 millones.

La conferencia, convocada por el Grupo de los Ocho países más poderosos (G-8, Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón y Rusia) y en la que participó también la Unión Europea, discutió las necesidades financieras del nuevo sarcófago, que debió estar terminado en 2007 y que, según la nueva planificación, podría instalarse en 2015.

Este retraso por falta de fondos empeoró el saldo mortal del accidente nuclear.

Según el estudio “Consecuencias para la salud de Chernobyl – 25 años después”, divulgado este mes por la sección alemana de la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear (AIMPGN), el desastre mató a unos 112.000 de los llamados “liquidadores”, soldados y empleados estatales que trabajaron en la construcción del primer sarcófago en los meses siguientes a la explosión.

Además, según la AIMPGN, hasta 90 por ciento de las 830.000 personas que trabajaron en la contención del desastre sufren distintas formas de cáncer. Otras 5.000 murieron en Europa, víctimas de la nube radiactiva que emitió el reactor y que cubrió todo el continente, desde Suecia y Finlandia, en el norte, hasta Italia y España, en el sur.

Otros estudios documentan casos de cáncer y de mutaciones genéticas en niños nacidos tras la catástrofe. La Organización Mundial de la Salud estima que en Belarús más de 50.000 niños sufren o sufrirán cáncer de tiroides. El Comité Científico de las Naciones Unidas sobre los Efectos de las Radiaciones Atómicas estima que en todo el mundo, entre 30.000 y 207.500 niños han nacido con defectos genéticos por el accidente de Chernobyl.

Aunque no hay cifras definitivas, Chernobyl habría provocado la muerte de unas 900.000 personas en Europa.

Incluso la Agencia Internacional de Energía Atómica, favorable al uso civil de la radiactividad, arriba a conclusiones alarmantes: mientras en los países escandinavos la mortalidad infantil creció 15,8 por ciento a causa de Chernobyl, en Alemania se registró el aumento de casos de síndrome de Down y de neuroblastoma infantil, un tipo de tumor en el tejido nervioso de alta mortalidad.

El oncólogo Edmund Lengfelder, director del Instituto de Protección Radiológica de la sudoriental ciudad alemana de Munich, dijo a Tierramérica que incluso hoy es posible detectar altas concentraciones de cesio 137 en setas recogidas y en animales cazados en los bosques alemanes. La carne de un jabalí en esos lugares puede superar la dosis máxima aceptada por el Ministerio de Salud alemán, de 600 becquereles por kilogramo.

El accidente se produjo el 26 de abril de 1986 a consecuencia de una simulación de corte de electricidad realizada por el personal de la central. El ensayo provocó un súbito aumento de la potencia y el recalentamiento del reactor 4, y luego una explosión del hidrógeno acumulado en su interior que lanzó el techo a unos 15 metros de altura.

La explosión liberó ocho de las 190,2 toneladas de combustible nuclear contenido en el reactor, y las esparció por toda Europa. La nube radiactiva contenía dióxido de uranio, cesio 136, carburo de boro y otros materiales. Su toxicidad fue considerada unas 500 veces superior a la de la bomba atómica que Estados Unidos arrojó sobre la ciudad japonesa de Hiroshima en 1945.

Las otras 182 toneladas de combustible aún presentes bajo el primer sarcófago de Chernobyl, constituyen un magma infernal a mantener aislado.

“Ese es el objetivo del nuevo sarcófago”, dijo a Tierramérica el ingeniero Hosni Bouzid, director del proyecto de construcción, comisionado por un consorcio de las empresas francesas Vinci y Bouygues.

“Durante los preparativos en 2010, encontramos en el sitio todo tipo de materiales, todos contaminados, incluyendo grúas, restos de helicópteros y de los andamios utilizados hace 25 años para la construcción del primer sarcófago”, describió.

La obra es un reto técnico, ambiental y sanitario, pues implica acercarse y eventualmente abrir la caja de Pandora que sigue siendo Chernobyl.

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